La distancia entre una comedia y un bodrio es, a mi entender, menor a un milímetro. En este caso, Tom Sharpe, logra un libro muy divertido. Y cuando digo divertido, hablo de reirme a carcajadas en medio de un tren atestado de personas que me miran como a un bicho raro. Y, aunque me gustaría evitar la escena, no puedo contenerme. La recomendación llegó del sitio entrelectores.com, red social a la que aún le falta mucho laburo y está medio estancada, pero a pesar de todo recomiendo.
Pude darme cuenta a medida que avanzaba en la obra, que era parte de una saga de libros que versan sobre las desventuras del personaje principal: Henry Wilt. Un clase media inglés, intelectualmente cultivado, y emocionalmente desequilibrado. Una suerte de antihéroe ma non troppo...
Mientras lo leía me vino a la mente varias veces la epopeya del bebedor de agua de John Irving. Pero a diferencia de esta Tom Sharpe pudo sortear la barrera bodrio/comedia mientras que Irving se quedó definitivamente a varios kilómetros de distancia. Un muy buen libro para las vacaciones, o porque no, para amenizar entre lecturas densas.