GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ - El amor en los tiempos del cólera

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El amor en los tiempos del cólera.

Cuando falleció García Márquez, escuché en algún programa de radio que él creía que el libro por el cual iba a ser recordado era este, en lugar de 100 años de soledad. Así que, si el autor creía que este era el libro que mejor lo definía, ¿¡quien soy yo para discutirlo!?.
En primer o segundo año del secundario, un avispado docente de Lengua y Literatura nos hizo leer un pequeño libro de García Márquez: Relato de un naufrago. Por supuesto que ya no lo recuerdo, sin embargo si recuerdo la sensación de haber leído un excelente libro. Años mas tarde, encontré entre los abundantes libros de mi casa, 100 años de soledad, y si bien le dediqué algo de esfuerzo no lo pude abordar. Las palabras de mi viejo, mi máximo referente literario por aquellas épocas, resultaron lapidarias: "Imposible, mil personajes, te terminas perdiendo".
Asi que, con un empate desequilibrado, 1 me encantó y otro no lo pude domar, decidí darme la oportunidad con este libro, y ahí van mis pareceres.
No es un libro que despierte la euforia, no es de esos libros que no se pueden soltar, y decididamente no es un libro para leer a los 20 años. Dicho todo lo anterior, creo que es un libro espectacular, la forma de escribir, la cadencia que tiene, el comenzar casi en el final del libro, para luego ir y volver en el tiempo de los protagonistas acercándose hacia el mismo punto donde comienza el libro y luego concluir la historia, me pareció magistral. Es como degustar un gran whisky, hay que darle tiempo a nuestro cerebro para asimilar los matices y las complejidades de la escritura de este hombre para darnos cuenta de que estamos en presencia de algo muy superior a la media.
Bravo!, definitivamente mi balanza se decantó en pos de García Márquez, y en cuanto me recupere un poco de semejante libro me embarcaré en sus 100 años de soledad.

Algunos párrafos para recordarlo:

[...] De no ser lo que era en esencia, un cristiano a la antigua, tal vez hubiera estado de acuerdo con Jeremiah de Saint-Amour en que la vejez era un estado indecente que debía impedirse a tiempo. [...]

[...] A los ochenta y un años tenía bastante lucidez para darse cuenta de que estaba prendido a este mundo por unas hilachas tenues que podían romperse sin dolor con un simple cambio de posición durante el sueño, y si hacía lo posible para mantenerlas era por el terror de no encontrar a Dios en la oscuridad de la muerte. [...]

[...] Era todavía demasiado joven para saber que la memoria del corazón elimina los malos recuerdos y magnifica los buenos, y que gracias a ese artificio logramos sobrellevar el pasado. [...]

[...] los seres humanos no nacen para siempre el día en que sus madres los alumbran, sino que la vida los obliga otra vez y muchas veces a parirse a sí mismos. [...]

[...] Nadie lo definió mejor que él cuando alguien lo acusó de ser rico. —Rico no —dijo—: soy un pobre con plata, que no es lo mismo. [...]

[...] Sin embargo, Florentino Ariza descubrió ese parecido muchos años después, mientras se peinaba frente al espejo, y sólo entonces había comprendido que un hombre sabe cuándo empieza a envejecer porque empieza a parecerse a su padre. [...]

[...] descubrió con un grande alborozo que los hijos no se quieren por ser hijos sino por la amistad de la crianza. [...]

[...] «El problema del matrimonio es que se acaba todas las noches después de hacer el amor, y hay que volver a reconstruirlo todas las mañanas antes del desayuno». [...]

[...] «No creo en Dios, pero le tengo miedo». [...]

[...] Pues habían vivido juntos lo bastante para darse cuenta de que el amor era el amor en cualquier tiempo y en cualquier parte, pero tanto más denso cuanto más cerca de la muerte. [...]


2 comentarios:

  1. Me parece un autor excelente.Esta es una gran obra.
    Otra buena a mis gusto es "El coronel no tiene quién le escriba".
    Lástima que no te animes con "Cien Años de Soledad", obra maestra entre las obras maestras. La leí a los 18 aprox y le repetí el año pasado. Es simplemente genial.

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    1. Maestro, gracias por su aporte. Me animaré, me animaré, sólo que no ahora! ;-)

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